Pupitre de madera, ramas de arrayán, papel artesanal, acrílico
Medidas aproximadas 6 x 4 mt
2017
Obra perteneciente a exposición Lecciones de Clase, llevada a cabo en 2017 en dependencias de Museo de la Educación Gabriela Mistral, exhibición que da cuenta del proceso de investigación y creación desarrollado entre los años 2014 y 2018, en el marco de mi proyecto de Doctorado en Ciencias de la Educación en la Pontificia Universidad Católica de Chile.
En esta instalación de gran formato confluyen dos ámbitos interrelacionados. Por una parte se integró al muro un árbol invertido de papel artesanal azul intervenido con estrellas de madera dorada.
Iconográficamente, este árbol invertido nace del mapa de la isla de Apiao, (muy similar al contorno del cono sur), desde donde emerge el tronco y el follaje, para transformarse en el cielo azul de la bóveda celeste y al mismo tiempo, citar la pintura tradicional de los techos de las iglesias de Chiloé, que desciende a la altura del espectador, el que desde su textura, cromatismo e iconografía, recupera la historia de mestizaje y colonización del archipiélago. Configuracionalmente, se propone una ruptura con la bidimensionalidad tradicional de la pintura, a la que remite la superficie monocroma, para integrar el espacio tridimensional desde el desplazamiento de la obra al desplazamiento al piso.
En segundo lugar, colgando delante de la instalación de papel, aparece un pupitre escolar tradicional al cual, a modo de prolongación natural, se agregan ramas de arrayán invertidas en lugar de raíces. Su elevación, en el espacio de lo que fue el antiguo altar de la capilla escolar, alude al espacio trascendente donde se ubica y posiciona el conocer en un lugar preeminente.
Desde ambas imágenes, se plantea la vinculación de los sujetos con la naturaleza como todo horizonte de conocimiento, en la medida que la flora nativa surge como ámbito de enraizamiento sensible y espacio de conocimiento desde el territorio vivido. Tanto en el cruce visual entre mapa y árbol, así como entre pupitre y árbol, emergen asociaciones simbólicas al árbol de la vida, portador del cielo y eje del universo[1], con toda la amplitud y complejidad que este imaginario posee.
[1]Para mayores referencias se sugiere consultar pp. 91-93 en el texto en Eliade, M. (1981). Lo sagrado y lo profano. Barcelona: Guadarrama. Para su simbología general y el significado del árbol investido consultar pp. 117 -129, Chevalier, J. (1986). Diccionario de Simbolos, Barcelona; Grafesa.